Se compra un escaparate


Por: Luis Alejandro Rivera Paredes
Fotos: Fernando Valdés

(Asociación Hermanos Saíz, www.ahs.cu)

Laura de la Uz necesita otro escaparate. No se lo dijo a nadie, ni siquiera a la colega Magda Resik, quien la entrevistó en el Encuentro con… de este jueves, a propósito del 34 Festival de Cine. Ambas damas conversaban de los aciertos de Laurita en su carrera, de los momentos gratos, de las experiencias. Yo, desde el público, sabía que a la invitada le urgía conseguir un escaparate de más.

Ella tiene siempre algo que guardar. De la niñez, conserva los disfraces improvisados de su mamá, los juegos con los primos, la familia grandísima, las arepas. En otro rincón tiene dobladas las veces que se ha reído de sí misma, junto a algunas fotos del rodaje de Hello Hemingway. Por ahí también está guardado el título amarillento de la Escuela Nacional de Instructores de Teatro de 1992, así como el de la Escuela Nacional del Gesto y la Imagen de Chile. Y sucede que doce años de carrera ocupan mucho espacio en ese armario.

Sumen a lo anterior los miedos del hacer teatro, los retos reservados para cada día, los nuevos matices que aportar a las obras; también los gestos y las miradas imprescindibles ante la cámara de cine, o las caracterizaciones más simples y exactas para hacer televisión. Además, el orgullo de ser una actriz cubana, sabiéndose por ello dueña de las llaves de una puerta a la simpatía y la sonrisa. El año termina, y son habituales los inventarios. Laura necesita un poco más de espacio para poder guardar.

El Festival de Cine la ha traído a nosotros vestida de Ana, libre de prejuicios. Con total transparencia, Laurita se ha confesado enteramente satisfecha, al punto de reconocer lo hermoso de su madurez. En las calles habaneras, un jurado de gente común le augura desde ya el merecido coral. Y Laura sonríe, siempre sonríe, aunque sabe que su viejo escaparate sigue llenándose, en compañía de sueños que conocen poco la luz, entre ellos el grabar con su voz aquellas canciones que le traen nostalgia y agrado. Esta mujer reconoce tener una deuda con la vida, y es la música: para ella, una forma diferente de sentir, la más sublime de las artes.

Laura sueña, anhela un rincón donde traer a los amigos a compartir las canciones con la actuación, la poesía y la charla inteligente. Ella es más que una actriz, siente que tiene una misión con su público y nuestra cultura. Percibe que en Cuba hay un estilo diferente para actuar, y lo hace suyo.

Las pieles con que se ha vestido nos hablan de Laurita, aun conservan su olor. Ese otro escaparate de nuevas sensaciones, pintado de verde y bañado de mar, esculpió para esta cubana una llave de luces y telones.


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